Desde que nacemos, es sabido que necesitamos de otras personas para sobrevivir; éstas serán las que constituyan nuestra familia, un sistema de apoyo que busca protegernos y brindarnos todo lo necesario para nuestro crecimiento y desarrollo.
Cada familia es única, compleja y está construida sobre su propia historia, de manera que es muy importante desarrollar una mirada sistémica para entender los valores, las normas y las creencias que la constituyen y que, en ocasiones, pueden condicionarnos. Para identificar los patrones mentales que limitan o empobrecen nuestra calidad de vida es necesario volvernos más conscientes, observar, observarnos y permitirnos cuestionar aquellas verdades que asumimos como absolutas.
Las familias tienen determinadas ideas acerca de cómo deben comportarse sus miembros, posturas tomadas sobre política, religión, alimentación, sexualidad, educación…en fin, tantas reglas como familias y tantas creencias como personas hay…y el problema no es la norma en sí, el problema es cuando estos mandatos nos afectan de forma negativa y no nos permiten vivir la vida a través de nuestros propios deseos y necesidades.
Lo importante es considerar que las creencias son ideas y pensamientos que tenemos acerca de cómo es el mundo y sobre cómo debemos actuar, y sí! las podemos modificar, ampliar, cambiar. Cuando las creencias se vuelven limitantes, bloqueándonos o impidiéndonos ser quienes realmente somos o conseguir aquello que queremos, es momento de iniciar un cambio. Podemos generar un cambio personal, que tenga como base la aceptación de quienes somos, que integre nuestra historia familiar y que nos permita vivir con más libertad, menos condicionamientos y más congruencia.
“Creo que creamos nuestra propia vida. Y la creamos por nuestro pensamiento, patrones de sentimientos en nuestro sistema de creencias. No importa el lugar donde vivimos en el planeta o lo difícil que nuestra situación parezca ser, tenemos la capacidad de superar y trascender nuestras circunstancias”
Louise Hay
