El verdadero Yoga es la vida misma

El verdadero Yoga es la vida misma

Cuando pensamos en yoga, solemos imaginar un mat, posturas físicas (asanas), técnicas de respiraciones conscientes y momentos de silencio. Pero esa es solo una parte de una tradición milenaria mucho más profunda. El verdadero yoga comienza cuando lo que cultivamos en la práctica lo llevamos a cada acción de nuestra vida cotidiana. Porque el yoga no es solo algo que hacemos, es como que vivimos. 

Cada vez que respiramos con conciencia, cada vez que respondemos con calma en lugar de reaccionar impulsivamente, estamos practicando yoga. Cuando elegimos escuchar con presencia, cuando soltamos el juicio, cuando aceptamos lo que es sin forzar lo que no puede ser, estamos alineándonos con la filosofía del yoga. 

Adaptar el yoga a la vida es entender que no se trata de hacer posturas perfectas, sino de vivir con intención. No siempre podremos subirnos al mat todos los días, pero sí podemos llevar la actitud del yoga a nuestra rutina. Eso significa actuar desde la compasión, cultivar el desapego, permanecer presentes y agradecidos aún en medio de la incertidumbre. 

La práctica fuera del mat puede comenzar con algo tan simple como observar cómo caminamos, cómo respiramos mientras trabajamos, cómo hablamos con los demás. Podemos transformar una tarea cotidiana —lavar los platos, tomar un café, esperar en una fila— en una meditación activa. Cuando nos damos cuenta de que cada instante es una oportunidad para estar más presentes, el yoga deja de ser una actividad aislada y se convierte en una forma de vivir. 

La respiración consciente es uno de los puentes más poderosos entre la práctica formal y la vida real. Nos conecta con el ahora, nos regula, nos recuerda volver al centro. Ante el estrés, el enojo o la tristeza, detenernos a respirar con conciencia nos devuelve la claridad mental. 

Vivir el yoga también implica revisar nuestras acciones: ¿Estamos actuando desde el ego o desde la empatía? ¿Desde el miedo o desde la confianza? ¿Desde la prisa o desde la presencia? No se trata de vivir perfectos, sino de vivir despiertos. 

Los Yamas y Niyamas, principios éticos del yoga, son una brújula clara para la vida diaria: no dañar (ahimsa), decir la verdad (satya), honradez (azteya), practicar la moderación (bramacharya), la autoobservación, la gratitud y el contentamiento. Todo eso es yoga, aunque no estemos haciendo una sola postura. 

Cuando entendemos que el yoga no empieza ni termina en una clase, sino que está en cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo, dejamos de verlo como una técnica y lo empezamos a vivir como un camino. 

Porque el verdadero yoga está en cómo elegimos vivir la vida y relacionarnos con los demás. Y cuanto más lo habitamos, naturalmente se convierte en nuestra forma de estar en el mundo. 

En Samatva Yoga te acompaño a recorrer el camino maravilloso del autoconocimiento, haciendo mejores elecciones para una vida plena de bienestar. 

Namasté 

Sandra Tess
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