Nuestra historia familiar es un tesoro invaluable que nos conecta con nuestras raíces y nos permite comprender quiénes somos y de dónde venimos. Explorar y conocer nuestra historia familiar es más que simplemente recordar el pasado; es una oportunidad para comprender y tomar conciencia de cómo las experiencias pasadas influyen en nuestro presente.
Explorar nuestra historia familiar nos ayuda a comprendernos desde otro lugar, nos invita a desarrollar una mirada sistémica que nos incluye como parte de algo más grande. Al conocer las historias y los desafíos que enfrentaron nuestros ancestros podemos tener una visión más profunda de las cualidades y valores que compartimos con nuestra familia; cada vivencia dejó una impronta en nuestro sistema familiar y conocerlas nos permite entender las experiencias pasadas, como fueron vividas y trasmitidas, nos aporta una información vital para nuestro crecimiento personal.
Conocer nuestra historia nos permite también observar patrones que se repiten a lo largo de generaciones. Al ser conscientes de estos patrones y comprender su origen, estamos mejor preparados para tomar decisiones más informadas y conscientes. Esto nos permite romper con ciclos negativos, sanar heridas emocionales y construir relaciones más saludables, lo que en última instancia nos permite vivir una vida más libre de cargas del pasado.
Cuando logramos ver las historias de nuestro sistema familiar, aceptando el legado recibido sin juicios y con gratitud, podemos honrar la memoria de cada uno de los miembros de nuestra familia; Podemos crear un puente entre el pasado y el futuro transmitiendo los valores que mantuvieron y mantienen vivo el espíritu de nuestra familia.
“Tener un árbol genealógico y no estudiarlo es como tener un mapa del tesoro y no ir a por él” Alejandro Jodorowsky.
