Mujeres que merecen ser recordadas

“Tengo en mi sangre temperamento de luchadora”

María Teresa Ferrari nació en octubre de 1887en Buenos Aires, donde también falleció en octubre de 1956. 

Su vida fue una lucha constante contra el sistema impuesto por los hombres.

En 1903 recibió el título de maestra en el Colegio Nacional de Buenos Aires siendo una de las primeras mujeres en cursar sus estudios en ese establecimiento. 

Al año siguiente comenzó a trabajar, primero como maestra y luego en el cargo de profesora en la Escuela Normal Superior Nº 3 Bernardino Rivadavia, donde permaneció durante casi 4 décadas.   

En 1904 inició su carrera universitaria en la Facultad de Medicina especializándose en Ginecología  y Obstetricia. Se recibió de médica en 1911 y su tesis trató sobre Obstetricia.

Un año más tarde contrajo matrimonio con uno de sus compañeros de estudios el doctor Nicolás M.Gaudino, los dos se habían recibido simultaneamente. Años más tarde tuvieron un hijo, Mario Nicolás que siguió los pasos de sus padres. 

Ya con el título de médica, se inscribió en la facultad para ejercer la cátedra de clínica obstétrica, que estaba vacante. Lamentablemente se le negó por su condición de mujer.

No se amedrentó e hizo pública su tristeza al sentirse discriminada.

Tiempo más tarde en 1915, obtuvo una adjudicación en la Escuela de Docentes de Medicina ya que no había ningún reglamento que prohibía el ingreso a las mujeres. A pesar de ello fue desplazada a la Escuela de Parteras, cargo que igual la hizo feliz. 

En 1921 tuvo la oportunidad de viajar unos meses a Europa para perfeccionarse en sus estudios.

Dos años más tarde regresó al viejo mundo para participar del curso sobre Radium que dictaba Marie Curie. Trayendo luego al país el tratamiento del fibroma de útero mediante la técnica de la radiación.  

Al volver empezó a trabajar en el Hospital Militar Central donde le costó muchísimo que los médicos se adaptaran a verla. En 1925 creó en dicho hospital el servicio de Ginecología y la Maternidad, dotándola de los instrumentos más modernos entre ellos una incubadora de última generación, única en el país. Fue la jefa de ese servicio durante varios años. 

Pero su meta seguía siendo conseguir un cargo de docente universitaria.

El mismo lo obtuvo el 12 de mayo de 1927, con trece votos a favor y sólo dos en contra. Al  conseguirlo dijo en forma pública: “Aquel desagradable suceso donde me discriminaron por ser mujer, en lugar de aminorar mi entusiasmo y dejar aparecer un desaliento bien justificado, me sirvió en cambio, de estímulo”

Se convertía en la primera docente universitaria  de Argentina y Latinoamérica. 

En 1936 fundó la Federación Argentina de Mujeres Universitarias. La que presidió más de 8 años.

Desde ese momento alternó la clínica médica con las cirugías y la docencia con las conferencias y las publicaciones.

Después de 37 años de docencia se retiró con todos los honores.

Antes de fallecer le entregaron  el cargo de “Profesora Extraordinaria de Clínica Obstétrica”. 

Su historia de vida es digna de conocerse y el saber que ahora hay una calle que le rinde homenaje es muy reconfortante. 

La abuela Martha

marthaconhache@gmail