Estimados lectores:
Los libros de historia nos informan que esta frase la pronunció quien es reconocido como el Padre de la Armada Argentina a fines de julio de 1826 antes de la Batalla de Quilmes contra la flota imperial brasileña.
El 2 de mayo de hace 40 años el Capitán de Navío Héctor Elías Bonzo comandante del ARA General Belgrano la pronunció ante los oficiales que lo secundaban después de recibir la primera explosión.
El Crucero era el buque insignia de nuestra Flota de Mar y a mediados del mes de marzo de 1982 se encontraba en mantenimiento después de un largo viaje.
El 16 de abril se le ordena zarpar hacia el sur del país para defender la línea de las costas frente a las aguas cercanas a Ushuaia. Al mismo tiempo dentro del buque se activaba el entrenamiento y las pruebas de artillería.
La mañana del trágico día se encontraban al sur de las islas Malvinas, fuera del área de exclusión que había declarado Gran Bretaña, en posición de espera. Lamentablemente la primera ministra inglesa Margaret Thatcher, quien necesitaba reafirmar su poder ordena al submarino atómico Conqueror torpedear y hundir al crucero General Belgrano.
A las 16.02 horas se sintió la primera explosión en el buque que lo sacudió violentamente, cortó la energía y empezó a elevar una de las puntas. Cuentan muchos sobrevivientes que no habían reaccionado cuando sienten una segunda detonación y advierten que faltaban más de 15 metros del barco en la proa.
En medio de la oscuridad y de un caos ensordecedor el capitán da la orden “¡Abandonen el buque!”
Éste contaba con 72 balsas salvavidas, 10 más de las necesarias pero que eran de reserva.
Los heridos eran cargados a hombro por sus compañeros para llevarlos a las balsas.
El jefe de sanidad, quien supervisaba la evacuación junto a otros oficiales de la salud, aplicaban morfina a los casos más graves.
Durante las dos explosiones murieron cerca de 300 tripulantes, los 23 restantes fueron heridos que fallecieron en las balsas de rescate.
El comandante Héctor Bonzo había decidido irse al fondo del mar con su buque y al ver al suboficial Ramón Barrionuevo que se había quedado para disuadirlo lo increpó duramente:
“¡Tírese al agua que es su deber! Pero recibe una respuesta que le hace cambiar de opinión:
– No, señor, si usted no se tira, yo tampoco. ¡Me quedo con usted, comandante!
El capitán Bonzo falleció en el 2009, a los 76 años de edad y cuentan que siempre recordó a cada uno de los tripulantes que lo acompañaron en el Ara General Belgrano durante la guerra de Las Malvinas.
Con gran tristeza decía:
«El crucero y sus tripulantes siguen navegando en mi memoria y en la de todos nosotros»
Recordarlos con respeto es una obligación que no debemos olvidar.
En el mes de la Patria celebremos el día a 11: al Himno Nacional, el 18 a la Escarapela y lucirla con orgullo durante la semana de mayo que culmina el día 25.
Feliz Día a Toda/os losTrabajadores.
