Estimada/os lectores:
En marzo de este año se cumplirán 100 años del nacimiento de quien es considerado el mejor mimo del mundo. Cuentan que encontró esta forma de expresarse al ver actuar por primera vez en una película a Charles Chaplin.
Su nombre verdadero es Marcel Manguel. Era de familia judía, en su adolescencia su padre, que era carnicero, fue capturado por la Gestapo y llevado a Auschwitz. La familia decidió refugiarse en Limoges y con su hermano se cambiaron el apellido por el de Marceau. Al poco tiempo se alistaron en la legión francesa para luchar por su país.
Desde su lugar lograron salvar a numerosa/os niña/os judía/os.
Historia hermosa y conmovedora que desde hace muy poco se conoce a nivel mundial. Cuentan que por casualidad se ve involucrado en una campaña de ayuda a niña/os huérfanos judíos que vienen de París.
Sus padres fueron asesinados por los nazis y la organización debía cruzarlos por la frontera para escapar a Suiza.
Comienza a utilizar sus habilidades artísticas para entretenerlos y al mismo tiempo entrenarlos en el silencio que van a necesitar para poder huir y sobrevivir.
Se sabe que lograron salvar alrededor de 400 niña/os llevándolos entre bosques y montañas al país vecino.
Al finalizar la guerra se instala en París y se pone a estudiar en la Academia de arte dramático. Después de matricularse inicia una gran carrera profesional y crea el personaje “Bip” con cara blanca, un viejo sombrero con una flor, una remera rayada y pantalones de payaso, atuendo que lo acompañaría a través del mundo.
Por su heroísmo durante la Segunda Guerra Mundial le fue concedida la Legión de Honor y como artista recibió entre muchos otros premios la de Caballero de la Orden de las Palmas Académicas y Comendador de las Artes y las Letras.
A la Argentina vino por primera vez en 1951. Nos visitó en muchas oportunidades, pero no firmó ningún contrato durante los gobiernos militares. A los 80 años honró el escenario del teatro Colón.
Él, sobre su actuación durante la guerra decia:
“Jugábamos a que nadie hablara. Ni yo ni ellos. Marchaban, se reían, creo que me amaban, y sé que muchos años después comprendieron que yo luchaba por sus vidas”.
Pensamos que comenzar el año relatándoles una historia tan bella y poco conocida es un canto a la Esperanza.
Deseamos que nuestra tapa con el calendario 2023 con el fondo de la copa que en tantos mundiales se nos negó, los acompañe en todo lo que piensan emprender.
A nuestra/os auspiciantes, colaboradores y lectores les deseamos un AÑO donde el Amor, la Salud y el Trabajo sean las estrellas predominantes. Elevamos las copas y les deseamos: FELIZ 2023
